Toca desdecirse de las palabras que una misma juró y perjuró en posts anteriores. La vida da muchas vueltas y las bodas muchos palos (sobre todo a la cartera), así que al final ya tenemos viaje de novios, y no es al otro lado del mundo. O a un destino cultural de frío y monumentos... bueno, al menos no solamente allí.
Nos vamos a un hotel relajante a tirarnos a dormir y beber daikiris de bananananana hasta que envejezca el mundo. Mi falta de vacaciones, la falta de vacaciones de Groomzilla, mi alarmante anemia piscinal y marina, los cientos de preparativos, las escandalosas finanzas inesperadas y las pequeñas maldades que nos han acechado nos fuerzan a buscar descanso. Porque sí, también hay sitio para el mal en un evento tan feliz como una boda. Y donde menos se espera...
Esto con la firme promesa por parte de mi Groomzilla de que el año que viene nos iremos a hacer ese viaje de cultura, exploración y aprendizaje que teníamos pensado para luna de miel. Veremos como va, porque ya me conozco las promesas del sáurido dichoso.
De todas formas, es un hotel construido de forma respetuosa con el medio ambiente, una preciosidad de interiores, relajado, con arrecifes (en contraposición a los resorts de infinitas playas de arena blanca) y al ladito de interesantes ruinas antiguas que podemos visitar... Algo es algo.
Me revienta, he de confesarlo. Pero son demasiadas cosas, una encima de la otra, las que nos fuerzan al descanso.
Me mando a pastar a mí misma por no estar contenta con este plan |
- No has puesto el nombre de mi amiga en el sobre.
- Es que te invito a ti, que eres mi familia. Puedes traer acompañante.
- Ya, pero si no está su nombre...
- No conozco a tu amiga. Ni siquiera sé cómo se llama (y llevas con ella dos meses, btw)
- Pues se va a enfadar. Y yo también me estoy enfadando.
Y así todo, queridas mías. Que si me voy a poner un bikini jiji jaja para ir a la boda, que yo de mamarracho no voy, que tenías que haber hecho dos invitaciones, una por boda, que hay que poner los apellidos de la persona invitada, que ahora nos anulan dos pero meto a otros dos (como si esto fuera un partido de fútbol, hoygan), que si ahora mete a fulanita en el grupo porque viene a las dos (¿no se le ha ocurrido decírmelo a mí directamente?)...
En fin, que parece que la opinología está que arde con las cosas de los demás. Lo flipo muy fuerte. Menos mal que todo está asentado, más o menos, y que no ha habido demasiados enfados. Incluso unos amigos nos han dicho que no irán porque no les gusta la regla de 'niños no' en la boda-de-aquí, pero lo han dicho de buenas maneras, que conste.
Va a ser una risa cuando toque ir recogiendo confirmaciones. Una risa. De la de coger el hacha anti incendios y liarse contra las paredes.
Hemos hecho la prueba de menú del sitio-de-allí y todo estaba delicioso (y abundante... mi estómago lo agradeció). Mamma mía, qué hartada de comer cosas ricas. Para la de aquí ya tenemos fecha y hora, y ¡oh, campos de soledad, mustios collados!, sólo incluye a dos personas.
Que, digo yo, la prueba de menú ha sido siempre en plan "sacan dos platos de cada cosa y la gente prueba del centro"... ¿qué leñes se pensarán aquí que es la prueba de menú, dos-tres menús completos por persona? En Zillaland pudimos probar tres variedades de cada cosa, ¿qué nos ofrecerán aquí? Preguntando a más nativos de Zillaville, a todos les ha sonado raro el tema.
Han sido tres los intentos de ver decoraciones de la empresa que se encargará de la nuestra en la boda-de-aquí. A la tercera fue la vencida... pero cuando llegamos, ni siquiera habían empezado a decorar. Al menos pudimos hacer unas fotitos de las sillas y un poco del esqueleto de lo que estaban montando. Haremos alguna visita al sitio de decoración para apurar detalles (y hablar del ramo. Hellyeah).
Seriously? Por lo menos pudimos hablar con el encargado de eventos de la finca, que no nos ha cogido el teléfono en meses. En meses. Luego para que nos suelte esas mamarracheces... en fin.
Tenemos ideas, tenemos algunas cosas incluso hechas. Pero esto parece el desierto de Almería. Los matojos ruedan que es una gloria. Al menos Groomzilla está on fayar con las decoraciones de las mesas, y yo estoy con algunas cosillas menores, que también darán su toquecito. Ya nos hemos resignado a que el magicómetro no se nos dispare, y a que la magia realmente la pondrá el propio motivo del evento: celebrar nuestros matrimonios y compartirlos con los amigos y familia asistentes.
Todo será maravillooooooooooooso |
Menos mal que los amigos me ayudan al relax, desde lejos, y aunque los alojamientos-de-allá nos estén dando malas sorpresas...
¡Hasta la próxima, sáuridas mías!