martes, 29 de diciembre de 2015

Cosas que NO quiero en mi boda

ADVERTENCIA: Para relajar el ambiente, este artículo está fuertemente cargado de GIFS. Advertidos quedáis.

¿No os pasa a veces que, aunque no hayáis definido del todo lo que queréis hacer, tenéis claro lo que NO queréis hacer? A Groomzilla le pasa continuamente, pero no estamos aquí para hablar de Groomzilla, que este no es su blog de bodas...



Hay cosas que pueden cambiar en la organización de una (o dos) boda(s), pero algunas permanecen inamovibles desde el principio. Sea por motivos ideológicos, poéticos o porque nos sale de las glándulas suprarrenales, una a veces se planta y declama AH NO, ESO EN MI BODA NANAY.

Esta es una lista de las cosas que NO quiero en mi boda.


Porque aquí, lagartas, mando yo

1. NO QUIERO QUE DADZILLA ME ENTREGUE EN EL ALTAR


Esta monada de comic es de Liz Climo
Basta ya de sáuridas que son entregadas por sus padres en los altares. Hace décadas (desgraciadamente, no podemos hablar de siglos, al menos no en este país) que las mujeres dejamos de ser mercancías en manos de nuestros padres y que pasaban a ser mercancías a manos de sus esposos al casarse. No pasamos de pertenecer a una familia a pertenecer a otra. Las sáuridas sólo nos pertenecemos a nosotras mismas, y nadie puede hacer la pantomima de esta 'entrega' por muy 'tradicional' que sea.
Sí quiero entrar después de Groomzilla en el sitio de la ceremonia, pero eso es porque soy una attention whore y quiero ser el grand finale con mi llegada, mis popelines y mis zapatos. Quiero que me esperen como se espera a una estrella de cine y que todos suspiren a mi paso. Y quiero ir al lado del brazo de mi padre, porque lo adoro con cada escama. 


Pero no por ello, ni por ir acompañada por mi padre hacia el lugar de oficio, significa que me entregue a nadie. Siempre seré su hija, del mismo modo en que seré la esposa de mi marido y, sobre TODO ello, seré siempre YO MISMA, perteneciéndome en exclusiva, en cuerpo y voluntad.


Minuto 3:25 - antes de dar el sí, la infanta Cristina le pide permiso a su padre. Luego me llamáis ranciosáurida a mí pero... ¿este es el ejemplo que debemos seguir? ¡Ni sumisas ni calladas!

2. NO QUIERO QUE NOS DECLAREN MARIDO Y MUJER

Mujer fui y mujer soy, al menos, desde que mi cuerpo y mi mente así me lo confirmaron. Mujer nací, con identidad de mujer, y siempre fui y seré mujer sin que nadie me lo declare en una ceremonia.
Vale, quizá el problema es que 'groom and bride' no tienen traducción en castellano. Los hombres se convierten en 'maridos', mientras que a las mujeres se las declara 'mujeres'... ¿antes qué era, una planta? ¿Si no me hubiera casado, no sería mujer?


Cuando se lo he comentado a Groomzilla, se quedó un poco pasmado. Primero, me dijo que él ni siquiera había hilado tan fino (ah, amigo, parece que no sabes con quién te casas aún), y después me comentó 'pero si es la fórmula normal en las bodas civiles'.

Pues no, querido lagartito de mis entretelas, no lo es. Y menos desde que en nuestro país es legal el matrimonio homosexual. Es un gran NOPE para marido y mujer, pero será un gran HELLYEAH a unidos en matrimonio, por ejemplo.

3. NO QUIERO EL 'PUEDES BESAR A LA NOVIA'

Y vuelta la burra al trigo... venga, ahora que ya es tuya en propiedad tienes permiso para besarla. Pero sólo porque lo digo yo, la autoridad que atestigua que pasa a ser tuya y entonces la ley tácita te ampara. ¿Preguntarle a ella? ¿Para qué?


Es una fórmula que he escuchado, creo, en todas las bodas a las que he asistido, religiosas o civiles. Incluidas las de mis hermanos. Y me resulta más y más insoportable cuanto más lo escucho. Así que no, queridos, nadie tiene que darle permiso a mi lagarto para que me bese, ni yo tengo por qué someterme a la imposición sexual de un tercero sobre mi partenaire y, mucho menos, sobre mis labios.


Que le den al heteropatriarcado

4. NO QUIERO QUE ME CORTEN LA LIGA

Otra de esas costumbres que aún se estila pero que está en franca (y lógica) extinción. Representaba, en un inicio (estamos hablando de tiempos pretéritos, hace cosa de cinco siglos), la pérdida de la virginidad de la esposa con el acto del matrimonio, y solía ser el marido el que perseguía a la novia hasta quitarle las ligas. Esta costumbre evolucionó hasta el momento actual, en que también se ha implicado al hombre en ello, cortándole la corbata (aunque este corte simboliza el final del tiempo de fiesta, locura y pindonguería juvenil).

Como hoy en día es, en todo grado, absurdo pensar que las mujeres llegan vírgenes al matrimonio (y me alegro de que sea así), y tampoco casarse significa perder la oportunidad de la fiesta, ya está tan obsoleta esta costumbre y tan falta de sentido que no veo la razón para que nadie se me meta debajo del cancán y me arranque una pieza de lencería. Las Galas se pueden pedir de otras maneras... sí, amigos, se puede una no cortar la liga y aun así conservar las Galas.


La llevo clavada a la prótesis con hilos de acero, monín
Muchas de mis lectoras se preguntarán qué es eso de las Galas. En Zillaland se estila pedir a los invitados una aportación económica discreta, una especie de propina, para los novios. Esta propinilla se suele obtener a cambio de los trozos de liga de la novia o de corbata del novio. Conseguir un trozo del traje de la novia tradicionalmente se considera de muy buena suerte para quien se lo lleve, con promesas de abundancia y riqueza. Muy habitualmente, los amigos (que son los que piden el dinero para los novios, normalmente en una bandeja o una botella) suelen cantar coplas picantonas. Cosas de Zillaland.


El nuestro es un amor antiguo pero que corre con los nuevos tiempos

Pues bien, hay otras maneras de proseguir con la tradición de las Galas y no tener que desvirgar a nadie. Os preguntaréis cómo... ah, para eso tenéis que esperar a nuestra boda, amigos.

5. NO QUIERO EN EL BAILE:

- Canciones que digan que sin ti me muero, no soy nada, si te vas me muero, no era nadie hasta que te encontré, eres mía/mío. Por favor... Esta parte del amor romántico creía que ya la habíamos superado.

- Canciones de desamor, maltratos, traición, violencia o fuertemente sexuales. Diréis... WHA? Sí, amigos, las he escuchado. EN BODAS. Hay grupos que las ofrecen como acompañamiento musical a la ceremonia. Hay gente que incluso las elige para ir al altar. Y todo porque están EN INGLÉS Y NO LAS ENTIENDEN. Pues yo sí las entiendo, y son un gran NO.

La gente piensa: '¿Qué mas dará, mientras sean bailables?'
Por ejemplo, Someone Like You de Adele es una de las más utilizadas... pues bien, esta canción es sobre una mujer que le habla a su expareja, y le desea lo mejor mientras se despide de él, ¿de verdad quieres esta canción para bailarla con tu marido? ¿O para caminar hacia el altar? ¿Sólo porque entiendes vagamente que habla a alguien y es como bonica?





He estado en bailes de boda donde se ha bailado Relax, sin que la audiencia supiera que trata de la masturbación. Incluso, por todos los dioses, My name is Luca, que son las palabras de un niño maltratado pidiendo a su vecino que no llame a la policía mientras escucha cómo le pegan. Todo así, cosas muy nazis.

Party hard
- La Macarena. No hay más preguntas, señoría.

6. TIRAR EL RAMO

Esta costumbre importada pero ya arraigada fuertemente (como están arraigando las damas de honor, por ejemplo) personalmente me parece una tontuna. Vamos, que además de desprenderte del ramo (que cuesta UN OJO de la cara), encima obligas a la amiga de turno, que a lo mejor ni siquiera quiere casarse, a sufrir el escarnio público y la vergüenza social de estar obligada a ser la siguiente.

Y la próxima en casarse será... el maldito tejado
Siempre, además, está la tía/abuela/madre graciosita que se pone a coger el ramo para dárselo a la soltera que considera debe ser la siguiente. Como siempre, las señoras mayores opinando sobre las señoras jovencitas y el famoso tiempo de cocción de su arroz.
Sí. Por lo visto nuestro útero es una arrocera, nuestros óvulos son arroz y los periodos son... dejémoslo.

En lugar de lanzar ramos, prefiero lanzar enemigos
Y esto es todo... de momento. Que aún me quedan 10 meses para seguir inventándome vetos.

Nos vemos en la próxima entrega, sáuridas mías.

martes, 22 de diciembre de 2015

Bridezilla on her Zillagown, episodio 1

¡Cuánto tiempo, sáuridas mías! 

Me alegro de estar de vuelta, y cargada de noticias y de dudas (wanmortaim).

Viajé a Zillaland para darle caña al weddingplanning, para empezar, con la visita a sitios-de-allí. Conocí a mi querida WP, que es un trozo de pan con lazos, azúcar glas y un relleno contundente. Una chica muy agradable, explosiva en ideas y con un carácter firme, vamos, como los típicos habitantes de Zillaland.


Y con eso está tó el pescao vendido... ¡PARA NADA! Pero ayuda, hermanas.

Fuimos a ver dos sitios, uno era una finca y el otro un hotel-restaurante. Quizá hasta que no puse el pie en el primer sitio y la persona que nos atendió me prestó toda su atención, no me comencé a dar cuenta que YO SOY LA NOVIA... Caray, sí, hace mucha ilusión eso de anunciar a la gente que te casas, recibir sus abrazos y enseñar el anillo, pero hasta que no empiezas a meter las manos en la harina, no te das cuenta.

Y no importó ni que fuera más alta, más baja, fuese vestida más elegante o más informal... de repente, yo era la novia y todo el mundo me hablaba a mí, me comentaba las cosas, estaba atento a mis opiniones y respondía detalladamente a mis preguntas. Y todo ese hermoso arrobamiento, como dice tío Ben, conlleva una gran responsabilidad.

IT'S THE F***ING REAL DEAL, LADIES
Resumiendo mucho, y para no destriparos la información de la boda aún, visitamos estos dos sitios y uno de ellos pasó inmediatamente al NO.

No fue hasta hace unas semanas que por fin cerramos el sitio-de-aquí y, aunque nos queda para los próximos meses comenzar con el papeleo (tanto el oficial como la reserva de sitio para la ceremonia) y darle caña a los detalles, aquí ya todo el pescao está más o menos vendido. Pero cuando fui a Zillaland aún no habíamos cerrado nada, así que fue el primer paso en firme en todo esto.

El sitio que fue un NO era un sitio perfecto en algunos aspectos. Está en plena ciudad y forma parte de un hotel, con lo que es perfecto pensando en la gente que viene de fuera. A todo eso hay que sumarle que está construido a partir de un claustro que perteneció a un palacio del siglo XV (genial), con alfarje policromado original en la zona de la ceremonia (me muero del gusto) y una pequeña biblioteca como telón de fondo de la zona de oficiantes (IDEAL Y PERFECTO). Con todos estos datos, el alojamiento, el precioso claustro, el alfarje y los libros... ¿por qué la loca de la historia y de Zillaland no dijo un SÍ QUIERO a voces bajo las pétreas impostas?

It's my wedding and I'll Stendhal if I want to

Para empezar, estaba pobremente (por no decir 'no lo estaba') preparado para asistentes con discapacidad motora. Es cierto que, si haces un restaurante en un edificio de más de quinientos años, lo más posible es que no sea precisamente adaptado a personas en silla de ruedas. Tratar de poner parches en plan 'No paha ná, ponemos una rampica de madera' no es forma de afrontar ese problema.
Aprovecho para recomendar a las futuras Bridezilla que tengan mucho cuidado con este tipo de temas. Hay que medir muy bien las necesidades especiales imprescindibles de nuestros invitados. La boda es nuestra, pero no nos vamos a casar en el pico del Everest y después quejarnos de que no viene el colega que va en silla de ruedas; o casarnos en París a todo trapo y pretender que vengan todos nuestros amigos, los que están en paro o tienen bebés o han tenido que volver a casa de sus padres porque no tienen ingresos también.

Otra de las cosas que me echó atrás fue la distribución del salón. De nuevo, tanto la climatología del momento como la forma del edificio jugaron en nuestra contra. En verano y primavera celebran los banquetes en el claustro, a cielo abierto, y debe ser maravilloso. Nuestra boda es en otoño con lo que, haga frío o calor, siempre tenemos que atender a la opción bajo techo.
El salón de banquetes era raro, por decirlo suavemente. Aparte de los problemas de acceso para personas de movilidad reducida, tenía una gigantesca arcada de piedra que lo atravesaba longitudinalmente. Con lo que... la mitad de invitados no vería a la otra mitad, y la mitad del salón tampoco vería la mesa de los novios.

Todos deben ver cómo se corta la empanada de pichón. It is known.
Lo que terminó de rizar el rizo fue la recena. Nos ofrecían una opción de recena (que es muy deseable, dado que hará fresco por la noche y la gente coge hambre después de bailar a la Carrá), y entre otras cosas nos comentó que nos podían poner, por 10€, tortilla de patata.

Así, en singular.

10€ por cada tortilla de patata.

Y no le temblaba la voz.

Tú PON TORTILLAS, hombre, no te cortes
Así que después de semejante despropósito, y con los pololos por los tobillos, me decanté por el descarte directo. Después hemos visitado Groomzilla y yo el lugar que no había descartado y otro más, y aún estamos haciendo cuentas e imaginando cosas (y tomando inspiración y tilas) para decidirnos.

Aparte del tema sitio-de-allí, también aproveché para ir a probarme vestidos de novia. Sí, nenas, hora del merengue.

It's gown time, bitches
Si recordáis mi publicación anterior, os comenté mis dudas y mis miedos al respecto, sobre todo, atendiendo a la variedad y las tallas. Hice bastante investigación por internet y, de hecho, cuando hice las reservas para probarme por teléfono (recomendadísimo, queridas sáuridas) me aseguré de que me confirmasen que tenían vestidos de mi talla.
Y más grandes, me dijeron, en ambos casos. Sí, ya, eso... ya veremos...

Así que fui dos días a Tokio City a probarme vestidos. Ambos días acompañada por Momzilla, Siszilla y Godmotherzilla, que estaba la mujer hecha un manojito de nervios. Un consejo que leí por internet me fue muy útil: lleva ropa interior de color de las escamas, para que luego, si el vestido es algo transparente por algún lado, no interfiera con su color. Fue una odisea encontrarla, más la parte de abajo que la de arriba (recordad: todas las gordas, para el mercado, queremos fajas que aprieten o bragas de abuela centenaria), pero ya me la llevé en la maleta para el Gown Day.

Vísteme despacio, que tengo prisa
Y en ambas tiendas nos fue SORPRENDENTE Y ACOJONANTEMENTE BIEN. Incluso hay una tienda que tenía en mente a la que aún no he ido... en la primera tienda me probé al menos cinco vestidos (que elegí del catálogo), de los que algunos me quedaban incluso grandes, y en la segunda me probé al menos nueve.

En la primera tienda redujimos la lista de favs a uno, que me probé dos veces y que me quedaba mejor que a la modelo del catálogo. En serio. No, en serio. La modelo del catálogo con el vestido se ve sin formas, pero en mi cuerpasssso de lagarta quedaba de vicio. Cinturina y mamellacas, pero sin perder el glamour. Cuando la dependiente dijo '¿Y si te ponemos un velo?' ay, amigas sáuridas, yo intenté resistirme pero mi madrina soltó un SÍ que retumbó hasta Pernambuco.

TRAE ESE VELO P'ACÁ
En esta primera tienda el probador era GINORMOUS, y lo que hacían era mantenerme sobre un pedestal, pelada de frío y en mis undergarments con un cancán genérico. La dependiente iba trayendo vestidos, me los ajustaba y luego dejaba entrar al séquito.
Para el velo fue la misma fórmula.
Y cuando me puso el velo y entró mi compañía, mi madrina fue todo como...


Menos mal que los programas de vestidos de novia me habían inmunizado ante el 'momento velo', que es el momento en que ya te ves completita de novia y los vendedores aprovechan para encasquetarte liga, cojín de anillos, traje de la madrina, alfileres, medias, cancán y, si pueden, a su suegra la de Murcia, que si no...

En fin, que me quedé en la mente con ese modelé por si no encontraba algo que me encandilase más. Luego fuimos a comer, que mi pobre madrina es diabética, y terminamos en una especie de bar de un comedor social. Vamos, que hasta que no nos sentamos y vimos a la camarera tomando nota nos pensamos que nos habíamos colado en un sitio de beneficencia a gorronear. Comimos muy bien y muy baratico y después volvimos a Zillaland.

Dos días más tarde volvimos a la tienda número dos. Pequeña, abigarrada, pero con mucha variedad. Allí el probador era el camarote de los Hermanos Marx: diminuto, y entraba todo el acompañamiento y te probabas como podías. De hecho, no usaban pinzas para ajustar el vestido, porque se estropean las telas (lo que me hizo sospechar que colaban más de un vestido de muestra como nuevo... ¡habrá que estar al loro si lo compro allí!) pero entramos en el probador cuatro de acompañamiento, la menda (de nuevo en una plataforma, como una tarta) y la vendedora con una verdadera torre de cajas.

Pásame el Saint Patrick 27, por favor
Me probé hasta hartarme, de todos los tipos. Y tenían más... aquello era una gozada. Tanta variedad me ofrecieron, que no he podido ajustar el número de elegidos a menos de tres. Todos muy distintos, de hecho, algunos transgrediendo las normas del 'no me gusta' que yo misma me había impuesto.

Así que en esas ando, con la cabeza dando vueltas porque todos son muy bonitos, dudando si ir a la otra tienda que me queda por ver... y además sumando el hecho de que este mes las tiendas se han reabastecido con vestidos nuevos.

Un dilema de los gordos. Menos mal que los hombres parecen tenerlo más fácil.


El mes que viene volvemos a Zillaland a celebrar Reyes, y seguramente me tocará segunda (y, espero, definitiva) sesión de vestidos. Mientras tanto, yo tengo en bucle los vestidos que me gustaron más abiertos en pestañas del navegador, torturándome internamente por lo bonito de este, lo mágico de aquel, lo elegante de ese otro, lo fantástico del de más allá... y son todos tan diferentes, pero tan hermosos... ¡Aaaaaaaaaaaaaaargh! 

Cállate, Divine
Seguramente ya daremos la señal del sitio que elijamos, y habrá que ponerse manos a la obra con cientos de detalles. Como, por ejemplo, los fotógrafos, que nos están suponiendo un verdadero quebradero de cabeza.

Nos vemos en la próxima entrega, sáuridas mías.

miércoles, 28 de octubre de 2015

¡¡VacaZillones!!

¿Qué tal va esa muda a las escamas de invierno, queridas sáuridas? Vuestra Bridezilla está floreciendo como una princesita hortera con el cambio de clima, ¡viva la niebla! ¡Viva el fresquete! ¡Arriba el otoño!

Mi estación favorita. Rima con moño.
Vuestra sáurida preferida está casicasiunpoquitounamiajaunculillouncurruscounpelín de vacaciones... me quedan dos días de curro y después seré libre como el sol naciente para rozagarme en la autoindulgencia y rascarme los pies, para ir en pijama todo el santo día, para ver películas a las cuatro de la madrugada o ponerme por fin a ordenar la biblioteca, o para correr por la playa riendo como una demente.

Y esto implica... ¡BODAPLANNING A CHOLÓN!

At last, my dear lizard king...
Comenzando por un viaje al Nido de Momzilla y Dadzilla, por supuesto. Ya tengo reservado el pterodáctilo para pasar una buena temporada por allí y aprovechar las vacaciones de mi queridísima Siszilla para hacer un bodaplanning intensivo. Bueno, también encontraremos ratos para descansar y hacer otros planes. Como ir a coger setitas que, como todos sabéis, es una cosa que nos gusta mucho a los lagartos de decenas de metros de alto. Sobre todo porque no huyen cuando nos acercamos a cogerlas, que mira, a veces cazar diminutos humanos que corretean da mucha pereza.

Aquí examinando un Boletus Areata para que no me den gato por liebre
Nuestra querida Wedding Planner nos ha mandado ya sitios chachis para visitar como posibles sedes de nuestro bodorrio-de-allí, y vamos a hacer una ronda de visiticas las Zillawomen para ver el percal. En el dossier que nos envió había propuestas muy chulas, incluyendo un sitio novísimo que es completamente customizable. La pena es que al ser la boda en otoño, si hacemos ahí el banquete se nos pela de frío la concurrencia. Pero la verdad es que algunas, que ya habíamos visto por internet (o en persona por estar en la ciudad) nos han sorprendido gratamente. Veremos si lo hacen en la visita, por el momento, nuestra querida WP está mirando precios y ambientaciones.

Gracias, LetiZilla
He empezado a recibir cotizaciones de hoteles-de-allí para mis queridos invitados de lejos, que hay un buen puñado, y ha habido de todo. Como profesional del sector, mis impresiones al recibirlas han ido desde la sonrisa franca hasta la incredulidad más extrema. En los mails iba mi propia firma profesional pero aun así algunas respuestas han sido... Santa Medusa...

Mención especial merece el hotelazo mejor situado de la ciudad que se publicita como hotel para congresos que, no satisfecho con no hacerme ningún tipo de cotización o código, me habla como si fuera lerda o ignorante diciéndome que los precios cambiaban según se acercaba la fecha, y que cuantas menos habitaciones quedasen más caro sería. Y remata el mail recomendándome que reserve por Booking.

Bueno... ya sé dónde no voy a ir ni loca
Y, por supuesto, llegó la hora del MERENGUE.

Porque todo el mundo sabe que NADIE debe hacer sombra a una novia
Hale, a pedir cita en las boutiques para probarme vestidos caros y preciosos (u horrorosos), que me darán el mayor golpe a la cuenta corriente de su historia. Voy convencida de que no me probaré MI vestido, porque con las tallas grandes hay que conformarse: habrá dos, tres vestidos que te puedas probar, y además hay que estar agradecida. Pero con probarme uno de cada corte (o, al menos, uno de unos cuantos cortes) me daré por satisfecha, ya que así tendré una base que me diga 'querida, el corte princesa te hace parecer una mesa camilla' o 'amor, el evasé te queda chuchurrío', o quizá 'con el bohème pareces una escoba'.

Con este seguro que puedo bailar la Conga de la Momia
Los pocos consejos que me han dado las que fueron novias incluyen que me vaya arregladilla a la prueba (en plan, maquíllate un poquito y no vayas con el pelo como una pordiosera, para tener una impresión más realista de cómo te sienta el vestido)... y ya. No tengo ni idea de si en los probadores tienen esas baticas tan monas de 'Say Yes to the Dress', y mucho menos si las tienen de mi talla, o si puedes bichear el inventario o todo va a dedo de la dependienta, y también tendrá lugar el primer round de la épica Batalla del Siglo, titulada "No, Momzilla, no quiero llevar taconazos en mi boda".

Por internet he encontrado, de todos modos, algunos interesantes consejos, y gente lo suficientemente valiente como para ejemplificarlos ellas mismas. Un gran hurra a estas mujeres, que saben que una novia en ciernes es una criatura bastante ignorante en estas lides. Aunque la forma de su cuerpo no es exactamente como la mía, me será útil.

Como podéis ver en esta foto de mis vacaciones en Roma, Bridezilla tiene figura en forma de pera-relojillo de arena sabrosón.
La historia en todo esto, queridas, es poder elegir. Una se pone el traje de matar japoneses todos los días, sale a rajar el asfalto como de costumbre y a ganarse los escombros, y ve a su alrededor multitud de sáuridas que están lejos de ser las de las fotos de los vestidos de novia. Muchas se aproximan, pero muchas no. Y esas sáuridas van a una tienda de novias no 'a probarse el vestido del escaparate' o 'el del catálogo de la web', como debería ser en un mundo justo, sino 'a probarme a ver qué tienen'. Y todos los días cientos... miles de sáuridas gordas se casan, sáuridas de escama abundante que han ido a esas tiendas a probarse 'a ver lo que tenían'. Y esas muchas muestras de talla estándar que acaban en las tiendas de outlet también son manoseadas por sáuridas gordas con presupuestos ajustados que van buscando 'a ver qué encuentro', y que encuentran solo dos lañas, mientras las estándar siguen teniendo dónde elegir. Y tienen que conformarse y casarse con el vestido que encuentren, no el que quieren.

Señores de las boutiques de novia: tener, por ejemplo, media colección en tallas grandes NO les va a hacer perder dinero. Esos vestidos se venderán en la tienda o en un outlet. Y además les ahorrarán ustedes sudores, esfuerzos y pellizcos tanto a las plus sáuridas como a sus sufridas dependientes que, en probadores ignotos, luchan por colocar pinzas como si no hubiera un mañana sobre las escamas de una futura Bridezilla llena de sueños pero también de castillos que se derrumban con cada pinza.

He dicho.

Y así todos seremos felices y comeremos pollo crudo
Otro de los escollos a superar en este tema es la visibilidad de la novia gorda. Es decir: sin ser consumidora de Prensa de la Víscera, tarde o temprano lees publicaciones o ves en la tele a famosas que se casan. Presentadoras, escritoras, cantantes, actrices... todas hermosas, todas con vestidazo y todas delgadas de la vida.
Ni una gorda famosa en vestido de novia, hoygan. Pocas fotos en internet que te puedan decir qué tipo de vestido te sienta bien porque la inmensa mayoría de estrellas en los medios de la víscera son delgadas (o adelgazan rabiosamente para el Día B usando llamativas dietas que publicitan, o a base de dedo, vaya usted a saber). Seguro-segurísimo que hay famosas gordas que se casan, pero nunca son portada, nunca salen en la tele o, incluso, nunca llegan a ser tan famosas como las delgadas simplemente porque son gordas. Pero me estoy desviando del tema...

Y es que, como todo el mundo sabe, ¡hay que adelgazar para tu boda! Y si eres una mujer gorda, ¡hay que adelgazar muchísimo! ¡Las fotos son para toda la vida! ¡Es que el vestido te va a quedar mejor! Hay que modificar dramáticamente tu cuerpo porque ahora mismo das asquito, no querrás colgar fotos de tu cuerpo fofo, celulítico y rebosante en las paredes de tu casa...

Decir hoy en día que no piensas modificar tu figura para cuatro fotos es una herejía. Brideorexia para todos.

Porque para el papel couché, esto es una novia de talla grande. 
Señores, pues ya saben dónde los voy a mandar... ¡a pastar! YO seré la novia que YO elija ser, luchando contra viento, marea, percheros, encajes y lo que se me ponga por delante. Soy mujer, soy bella y soy valiosa. Y al que no le guste...


¡Pronto, nuevas entregas de vuestra sáurida favorita!

viernes, 18 de septiembre de 2015

Bridezilla Bashing

Buenas de nuevo, sáuridas mías.

¡Por fin hemos salido de la temporada de verano! Con sus niños gritones que corren alrededor de las piscinas, sus críos de las palas en la playa, las mamás y papás que le gritan al socorrista porque el crío se ha hecho una brecha haciendo el burro, los churretes de helado, los alemanes cangrejiles, las británicas enjoyadas en las terrazas y las toneladas (TONELADAS) de curro que me han mantenido alejada de mi querida prole de Damas de Horror.

Workers gonna work
Vamos a lo que vamos... ¡BODA!

Veranito, calor y aplatanamiento no le vienen bien a ningún planning, así que hemos avanzado (algo, más bien poco). Momzilla dice que "el año no empieza en enero, sino en septiembre" y hay que hacerle caso a Momzilla. La verdad es que esta semana por fin firmaremos el contrato con la Wedding Planner. Ayer me hizo soltar un par de lagrimitas sáuridas porque me dijo que estaba muy entusiasmada con nuestra boda... y que tenía ideas muy chulas, nos comentó un par y me dio de lleno en la patata.

Momzilla siempre tiene la razón... hasta que Bridezilla se impone
La semana pasada fuimos a visitar el sitio de la boda-de-aquí. Un antiguo monasterio, reconvertido después en dependencias militares, y más tarde en museo. Está cerrado hace años, aunque desde el exterior en las ventanas se ven maquetas de barcos la mar de majas. La antigua capilla se conserva como sala multifuncional, y se usa principalmente para conciertos de piano.

Así que allí nos hallamos, con un amigo que es concejal del ayuntamiento y con un manojo de llaves enormes. Respiramos hondo y entramos.
La puerta principal, de madera y de doble hoja, da a un patio interior asimétrico. Entramos en el recibidor del museo, ya que estaban las luces encendidas, y nuestro amigo las apagó. Salimos al mirador sobre el mar, ya que el monasterio está construido en un acantilado, y después fuimos a la entrada de la capilla. Todo está bastante descuidado por la parte del mirador, con plantas de ajos completamente secos y maleza, pero no se ve desde la zona que usaremos porque las separa un muro de piedra con una recoleta arcada de medio punto.
Sí, ajos. Como para espantar a las brujas, los vampiros o los hipsters.

Vade retro
La antigua capilla está muy bien, completamente vacía pero con filas de sillas que podemos usar. Me encanta porque está desnuda y se pueden idear muchas cosas para decorar... el callo de organización y decoración de eventos en ese momento se puso a zumbar como el whatsapp de una quinceañera. El techo es de madera pero tiene secciones de metacrilato por las que se ve el cielo. Las paredes tienen algunos alféizares, huecos hechos por el tiempo, ganchos clavados hace centurias... ideales para velas o farolillos. Desde la capilla y por una puerta muy estrecha se puede salir a una sala donde hay un mirador y quizá se puedan hacer algunas fotos ese día.

Mucho polvo, eso sí, y dos cuadros de santos que reconocí al instante, pero que no me molestan para nada. Viva la hagiografía. El de Santa Catalina es especialmente terrible pero, como digo, me gusta porque es un icono pintado de una forma muy naïf.

Yo quisiera un Godzilla del Sagrado Corazón, pero qué le vamos a hacer...
Hay algunos puntos negativos, sin embargo. El tema de la limpieza, que tenemos que llevarla a cabo nosotros... yo estaré currando para ese entonces, y hay que pringar a la familia. El gigantesco piano de cola que hay al fondo de la capilla, que debería desplazarse (aunque no creo que sea posible, pues el suelo de fuera es de piedras irregulares y se desafinaría) o convertirlo en una forzada pieza central de decoración. Además este monasterio está en lo alto de un barrio pescador al que hay que subir andando. No se pueden subir coches, nuh, nuh... todos para arriba a pata.

Vamos... que no es San Juan de Gaztelugatxe, pero quizá sea buena idea no llevar mucho tacón. For if the flies.
Pero lo peor no es eso. Oh no, queridas sáuridas. Aún queda un punto negativo que os va a erizar los pezoncillos bajo las escamas.

Vírgen de las bragas vueltas, que hay más
Plantadito en un lateral del patio del monasterio, del pequeño patio asimétrico, con unas medidas similares a un toro bravo, blanqueado a brochazos y con una paleta de colores de lo más surtido y brillantoso de Titanlux, hay un megarrelieve, arrancado de otro edificio, del pterodáctilo quemao que todos conocéis. Con su yugo, sus flechas, su pergamino y su tó. De dos por dos y en colorines.



Lo primero que pensé nada más ver ese lagarto quemao con plumas sobre la elección del sitio para la boda fue...


Por ponerlo en pocas palabras y sin usar insultos. Vamos, que Granzilla entra en ese patio y le da un patatús instantáneo.
Groomzilla me jura y perjura que se puede tapar. Sí, siempre se puede tapar con una tela grande, pero tengo miedo del típico GRACIOSO que va a la boda y a quien le da por mirar debajo, o incluso que sabe que eso está ahí y se hace el selfie imbécil del día. Sólo de pensarlo se me revuelven las tripas...

Así que lo más seguro sea que lo embalemos. En plan, a lo bestia. Papel a cholón, cinta americana, cartón, y hacerle una estructura exterior en blanco con algún material que lo deje completamente cubierto. Yo le metería una buena carga de TNT, o Goma 2, o una buena bomba lapa, con unos pocos fuegos artificiales en la parte superior, para que al salir los novios le prendamos fuego desde fuera y hala, a disfrutar de la justicia.

What a wonderful world it would be
Así que tapándolo lo podemos convertir en un bonito mural expositor sobre el amor, la tolerancia, el respeto y demás ideas de LIBERTAD.

Aunque sea por un rato, lo convertiremos en algo hermoso. Algo que lo entierre en la oscuridad, el ostracismo y el olvido... al menos, hasta el final de la boda.

Merecerá la pena, así visto.