lunes, 27 de junio de 2016

Recortando flecos

Nueva entrada de vuestro blog favorito. Que sí, que sé que es vuestro blog favorito, ¡no disimuléis!


¿De qué os tiene que hablar en este post la adorada Bridezilla de vuestras entretelas? Pues como el título bien indica, de flecos. Pero no del traje de faralaes, señoras, sino de esos pequeños detalles de los que, incluso la bride más zilla, terminamos olvidándonos y nos llegan de improviso a última hora, nos pillan con las bragas en la mano y el pelo a medio secar.

FLECO: PARTY HARD

No sólo de DJ vive el hombre. Normalmente a los novios (cuando los amigos no se animan a tocar algo en la ceremonia, o el baile, o entre medias...) les toca la ardua tarea de seleccionar alguna canción para el baile. Los DJ suelen ser profesionales que saben cuándo los bailes tienen que animarse, o que relajarse un poco, o los propios invitados piden canciones que les gustan. Pero como comenté en este post, hay ciertos NOPES que deberán acatar nuestros diyeis. Del mismo modo que hay nopes, también hay enormes sipis que tenemos que dejarles claro a los pinchadiscos.


Sí, amigas, eso incluye una buena ración de PUTURRÚNS de nuestra Diosa Raffaela.
Y no sólo es eso... ¿con qué canción entrará el novio? ¿Y la novia? ¿Habrá música durante las lecturas? ¿Y en la salida de los novios? ¿Sonará algo especial durante el cóctel? ¿La canción de entrada de los novios al banquete? ¿Habrá tema especial para la entrada de la tarta? ¿Y el primer baile?

Y todo eso, por supuesto, multiplicado por dos... ¿y se escogerán los mismos temas en ambas bodas?

La repanocha. Al final Raffaela es lo único que parece seguro, con lo demás aún nos estamos devanando los sesos... ¿serán adecuados los músicos para esos momentos, sabrán adaptarse a nuestros deseos? ¿La primera canción del baile será en directo o enlatada? Preguntas, preguntas, flecos, flecos...

FLECO: JAPONÉS EN TEMPURA, ITADAKIMASU!

Es sabido que a los sáuridos una de las cosas que más nos gusta es comer. Y necesitamos comer mucho y muy bueno, que las lorzas escamosas son difíciles de mantener, nuestra línea curva precisa de una buena base calórica para aguantar el frío del mar del Japón.

Son dos los menús que hay que decidir. Y ambos ligeramente diferentes: mientras en la boda-de-aquí sólo se toma un principal, en las frías estepas de la boda-de-allí estas celebraciones tienen que aderezarse con dos principales, como mandan los cánones y solicita el estómago.

Que no por nada estamos en lo más alto de la pirámide alimenticia...
Aparte del banquete, habrá un cóctel previo (lo que los hijos de la Gran llaman reception), con más comida y bebida, que sí, que son pinchitos y todo lo que quieras, pero muchas veces acabas hasta harto y cuando suena la fanfarria piensas madre mía, y ahora a cenar... voy a golpearme el estómago a ver si hago sitio.

Pues estos menús, tanto los aperitivos como el banquete en sí, deben también pasar un cásting previo. En la boda-de-aquí, como son tan de-aquí, sólo los novios están invitados por cortesía a probar el menú. En la de-allí, se incluye a cuatro personas más (que suelen ser los suegros respectivos) a catar la manduca. Y eso, además, conlleva elegir un día en que todos puedan asistir, que el restaurante lo sepa con antelación, que ni Groomzilla ni Bridezilla tengan que currar... etcétera, etcétera.

Vale que los sitios los tenemos reservados, con fianzas pagadas, el coste aproximado calculado y el presupuesto más o menos ajustado, pero después te las tienes que ver con los menús. Porque alergias y apetencias aparte, y el Groomzilla más picajoso con la comida que jamás haya existido, luego hay que contar con las de tus cientoypico invitados, la abuela con el ácido úrico alto, los menús de los niños cuando los hay, la Siszilla que no come animales que aún estén mamando o el novio jipi de tu prima que quizá se ponga a gritarle a la gente porque es vegano...

Y a todo esto le añadimos que los amigos que nos han contado sus experiencias nos dicen que al final los novios casi no comen de nada, entre los nervios, ir por las mesas, el calor, las fotos durante el cóctel, etecé etecé. Bueno, y las alergias, las intolerancias, los comeflores... pero de eso se ocuparán los restaurantes y Letizilla :)

¿Y si les hago unos macarrones con tokiota a todos y Santas Pascuas?
FLECAZO: EL VIAJE DE NOVIOS

Vamos con la madre de todos los flecos, el flecazo más gordo, el viaje de novios. Aún no nos hemos decidido, porque queremos ir a todos los lados. O a ninguno. Es que es un maldito lío.
Me niego a hacer lo que hace todo el mundo de irse a un resort a remojarme en mares tropicales. No porque sea malo, amoaé, pero esta sáurida sólo ha salido dos veces de Japón en su vida y oye, que me siento como si malgastase el viaje si no veo cosas interesantes como monumentos, otras culturas (pero las de verdad, no las que bailan en los hoteles) o escucho otras lenguas que no sean el castellasáurido, el catalasáurido, el inglés o el alemán. Jroñas.

Así que en esas estamos, entre el "¿quince horas de avión?", el "Aquí hace mucho frío en esas fechas (Groomzilla dixit)", el "este sitio es inseguro", el "esto está como demasiado cerca, ¿no?" y el tiempo pasa, y pasa, y la sáurida pierde las escamas mientras Groomzilla hace como que no se entera y sigue jugando a la XBox.

El matrimonio, ese gran videojuego
FLECO: FITTING IS SHITTING

No. Aún no me he probado el traje de novia. A menos de cuatro meses de la boda. Y la última vez que intenté pedir un día a mis compañeros todo fue como que NO, y NO... y por si acaso, NO.

Estoy ATACÁ CON ESTE TEMA.

Y si no me pueden arreglar el bajo y no puedo andar... bueno... seamos creativos

FLECO: NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR

No tenemos sitio para la noche-de-bodas-de-aquí. Groomzilla sigue jugando a la Xbox. Me veo pasando la noche de bodas en casa, o en mi lugar de trabajo, que me da MUCHA COSUCA, todo hay que decirlo. Aunque voy a pagar el alojamiento, pensar que mis compañeros trabajarán para mí me da muchísimo reparo.

FLECO NINJA: LA SGAE Y EL DIYEI

LetiZilla nos ha dicho que la SGAE nos cobra un euro por asistente. Tócate los pies. Y que El sitio-de-allí nos cobra una penalización... sí, habéis leído bien, una penalización, por no contratar SU DJ.

Lo voy a ir dejando porque me pongo atómica y no es plan. Pero... ¡hay más flecos! Las invitaciones llevan en imprenta DOS SEMANAS, las decoraciones van DESPACIO, hay aún accesorios SIN COMPRAR O HACER, y encima NO HAY TIEMPO...

BRIDEZILLA AWAKENS


Hasta la próxima, queridas sáuridas.

domingo, 5 de junio de 2016

Everything is going to be fine in the end. If it's not fine it's not the end.

Título-cita del gran sáurido Oscar Wilde para empezar. Para empezar por todo lo alto.

Si no sabéis quién es Oscar Wilde, o queréis saber más sobre él, este es EL ENLACE.


DA MAN

Porque todo, amigas mías, está yendo viento en popa. Todo está saliendo, de momento, a pedir de Millhouse. Tan, pero tan bien, que parece mentirijillas.

El reverso oscuro del asunto es que estamos considerando muy seriamente irnos a vivir debajo de un puente y alimentarnos a base de fruta robada de los huertos. Madre mía, cómo adelgaza el banco... Menos mal que es para una buena causa.




De todas formas, hemos contratado y hecho cosas maravillosas a un precio muy competitivo. Siempre honestos con nuestros proveedores, y yendo por lo legal, lo claro y lo hecho a mano, hemos conseguido que la inmensa mayoría de nuestro dinero se quede en negocios locales y artesanales, con lo que la felicidad será doble. 

Además, nos consta que todos nuestros proveedores, ayudantes y demás participantes están genuinamente ENTUSIASMADOS por celebrar nuestras bodas. Y eso eleva mucho el ánimo.
Cuando hicimos el último skype con la florista de-allí y le dijimos lo muchérrimo que nos gustaban sus propuestas, se quedó callada y ambas, nuestra WP y ella, soltaron un suspiro de alivio al unísono... ¿por qué? os preguntaréis, si no nos comemos a nadie. Bueno, no antes de que trabajen para nosotros, por supuesto. Pues porque dicen que estaban todas nerviosas con una boda tan especial y que nunca han hecho nada igual, que están muy ilusionadas por nuestra boda y temían no haber dado en el blanco.
Pobretas, pero si a mí hasta me temblaban las rodillas de emoción.


Ya tenemos música para ambas bodas. Estamos a punto de cerrar el dj de ambas. Tenemos flores y decoración para ambas, fotógrafos para ambas, ramos para ambas, Groomzilla irá esta semana a la caza del traje, hemos conseguido sillas para la boda-de-aquí a un precio estupendástico (de hecho, con un poco más de tirayafloja hemos conseguido casi el doble de sillas que nos ofrecían al principio al mismo precio... OH YEAH), las invitaciones están maquetadas y listas para imprenta, los asistentes van encontrando acomodo...

Y mi vestido me está esperando para la primera prueba.

Party hard
Entonces, diréis, queridas sáuridas mías... Bridezilla estará calmada y feliz cual pterodáctilo sobre montaña rocosa.

Nada más lejos de la realidad.

Si algo puede salir mal... bueno, ya sabéis el resto

Aún hay cosas importantes pendientes, como el oficiante-de-aquí, enviar las invitaciones, probar los menús, los arreglos del vestido, el resto de mi ropa... pruebas de peinado y maquillaje, los detalles, la noche-de-bodas-de-aquí, confirmar los invitados, las tarjetas y cartas para adjuntar a las invitaciones... vamos, que me vuelvo loca aquí y ahora. Encima siguen los roces entre invitados, roces absurdos y que se olvidan de lo que estamos organizando, que es una pura y simple ce-le-bra-ción.

No por nada una es Bridezilla, queridas. Si fuera una florecilla delicada del campo no podría merecerme el glorioso nombre de la destructora de ciudades y puentes.



El otro día, mientras hablábamos con la empresa de eventos de la boda-de-aquí y le dijimos a la jefa que hacíamos dos bodas, la pobre mujer se llevó las manos a la cabeza. No es la primera, pero al menos ella fue educada.
Groomzilla abrió su corazoncito reptiliano y le dijo lo que ambos pensamos sobre el tema. Y parece que algunas personas aún no lo pillan, por mucho que lo digamos una y otra vez.

Cuando tienes el culo pelao de currar, de esforzarte, de estudiar, de ahorrar, de hacerle honor a tu puesto como te enseñaron tus abuelos y tus padres, juntas un dinerico y le das el valor que tiene: esfuerzo, sudor, lágrimas, horas y horas de aprendizaje y labor, no siempre grata, no siempre agradecida. Con ese dinero puedes hacer varias cosas, y una de ellas es, completa y absolutamente, lo que te da la real gana. Cuesta mucho, pero mucho, ganarlo honradamente, lo saben tus nudillos, tus piernas y tu cerebro.

Si encima la vida te da un revés gordo; alguien a quien amas profundamente desaparece de repente; ves a personas queridas enfermar, sufrir y morir; confirmas que por mucho dinero que se tenga todos estamos expuestos a la desaparición, la devastación, la enfermedad, el accidente... cuando dejas de ver a tu familia en bodas y bautizos para dar paso a los encuentros casuales en los tanatorios y cementerios, es entonces cuando te miras a los ojos en el espejo, vuelves la mirada a tu pareja y te atreves a dar un paso valiente y te tragas el vértigo.

Y si además tus seres queridos tienen niños pequeños, o pocos recursos, o no tienen trabajo, o están enfermos y no pueden moverse, y la tierra te tira, y no quieres que NADIE te falte en un momento tan hermoso, es entonces cuando coges el calendario y dices NO, no quiero que todos vengan a mi boda: QUIERO LLEVARLES MI BODA A SU CASA. Voy a hacer dos bodas, y como si tuvieran que ser tres, LO QUE ME IMPORTA ES QUE ESTÉN TODOS. No quiero obligar a nadie a cogerse un vuelo, un hotel, a comer en restaurantes, a meter un bebé en un avión u obligarlo a cojear hasta la puerta de embarque. Como si la cuenta se me queda en cero, que seguramente se nos quede, queremos que estén todos, ver sus rostros, compartir sus abrazos, y hacerlos partícipes de un día maravilloso. Ya vendrán las tormentas para dejarnos temblando, de momento, disfrutemos de la aurora boreal.

Cuando alguien no entiende eso, esa persona no es digna de mi amistad ni de mi amor. Y punto pelota. A pastar.

El amor es el único lenguaje que todas las especies entendemos

No pienso sentirme mal por hacer dos bodas. El mundo está demasiado acostumbrado a ser testigo de celebraciones que opinan se hacen por interés económico (desgraciadamente). No quiero tener que defender el motivo por el que nos vamos a casar (que también ha sido puesto en duda, más de ocho años de relación más tarde), porque es algo que los dos hacemos con sinceridad y con ganas, y del modo en que nos apetece y con nuestro propio dinero, esperando sólo que los asistentes se emocionen, compartan con nosotros un día tan especial, y se diviertan con hora extra incluida.

Estaremos encantados de ser maestros de ceremonia en tan alegres reuniones familiares y de amigos.

¡Que empiece la fiesta!